Pero antes de esto, en 2011, salía a la luz Duke Nukem Forever, el título protagonista de este artículo y desde mi punto de vista, aunque no sea una obra maestra, un juego infravalorado en muchos aspectos.
Para empezar, unas pinceladas de historia para comprender lo complicado del desarrollo de este juego.
El 27 de abril de 1997 (sí, 14 años antes del lanzamiento oficial) se anunciaba Duke Nukem Forever como secuela del Duke Nukem original, utilizando el motor gráfico de Quake II, adquirido por 3D Realms que, un año despues, se presentaba en la E3 generando buenas sensaciones ante el público.
Más tarde y sin ninguna explicación, 3D Realms cambió de motor gráfico y se paso al Unreal Engine, posponiendo el juego hasta 1999, año en el que 3D Realms cambio de nuevo de motor gráfico a una versión mas reciente de Unreal Engine, retrasando el juego en dos ocasiones más hasta 2001.
Ya en 2001 y con el público aburrido de los retrasos injustificados, salía a la luz un nuevo trailer que aumentaba aún mas las expectativas del anterior, con mejores gráficos y con el Duke volviendo a lo grande. La espera se hacía larga.
Este trailer sería todo lo que sabríamos del Duke hasta 2007 en el que se mostraba un nuevo video, esta vez sin contenido in-game, con un nuevo cambio de motor gráfico (sorprendente ¿Verdad?).
Y entonces llegó el vacío. Nada se supo del juego, ni si estaba cancelado, ni si seguía en desarrollo, ni absolutamente nada hasta que salió a la luz el trailer de lo que sería el Duke Nukem Forever que todos conocemos, cuyo desarrollo corría a cargo de Gearbox tras la quiebra de 3D Realms, y que más que sorprender y agradar como habían hecho sus predecesores, dejó una sensación fría en los seguidores.
El 10 de junio de 2011, cuando el título se puso a la venta, las peores sensaciones del público se hicieron realidad. Un título con unos gráficos desfasados, jugabilidad tosca y una creación lejos de la obra que se esperaba, trajese de vuelta al gran Duke. Tanto la prensa especializada como los usuarios barrieron el suelo con el juego, los años de retrasos le habían pasado factura.
Pero a mi me gustó, yo sí que vi un gran Duke Nukem, no la obra maestra que se podía haber esperado, pero sí un juego divertido y que cumplía con los requisitos mínimos de calidad.
Gamberradas, chicas, sangre, los jabalíes, los enormes enemigos finales y los comentarios de Duke estaban ahí, seguía manteniendo su esencia, aunque los niveles de conducción eran infumables y los años de desarrollo le pesaban.
No es una joya como Doom 3 o Wolfenstein: The New Order, de hecho, esos dos títulos están a años luz de Duke Nukem Forever, pero sí un título que puedes disfrutar y que fue infravalorado por las grandes expectativas que había generado en su nacimiento.
Espero una nueva entrega que sí cumpla como es debido y vuelva a colocar al Duke en lo más alto.
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